martes, 28 de diciembre de 2010

Herodes, te salió muy mal





Es indiscutible la capacidad que tienen los hombres de terminar celebrando los hechos que durante algunos años pudieron ser conmemorados con las banderas a media asta y ceremonias en silencio. El recordar año tras año un día específico, en el que sucedieron hechos cargados de tristeza, nos lleva, en algún momento, a su obligatoria conversión en un día cargado de fiestas y alegría. Pasa de ser un recuerdo desolado a uno que nos da la oportunidad de reír.

Y, eso fue, precisamente, lo que hicimos con el día de hoy. Del mismo modo ocurre con muchos recuerdos y acontecimientos. Paulatinamente y por mero sentido de supervivencia nos vemos en la imperiosa necesidad de convertir la hiel en miel. Puede que tengan que transcurrir algunos años, pero siempre, siempre operará esa transformación necesaria.

Hace muchos años –todos los de Cristo-, Herodes, un Señor que siempre me ha caído muy mal, decidió mandar ha asesinar a todos los niños varones menores de dos años nacidos en Belén, para acabar con la vida del recién nacido hijo de Dios y verdadero Rey de Reyes: Jesús. Herodes, mientras se comía una jugosa pata de pavo, recibió la visita de los Reyes Magos. Inocentemente –de allí el nombre de la festividad- los reyes magos tuvieron la genial idea de ir a contarle a Herodes que habían adorado al hijo de Dios hacía unos días en un pesebre. Y lo que sucedió después del chisme ya lo sabemos.

Es de suponer que durante muchos años este día significó rememorar a todas aquellas pequeñas vidas que fueron arrancadas de los brazos de sus madres. Puedo imaginar la tristeza que por mucho tiempo embargó al 28 de diciembre. Y, sin embargo, hoy, dos mil diez años después, este día es de algarabía.

Mas que de algarabía, yo diría que es de Alerta Roja.

El sentido del humor de las personas que me rodearon durante mi infancia y adolescencia era realmente extraño. Es decir, ¿Porqué decirle a una niña de 10 años que su tío a muerto? ¿Porqué decirle que su mejor amigo se ha cambiado de colegio? ¿Por qué decirle que el perro se ha comido a su hámster? ¿Porqué decirle que el presidente del país ha dimitido? ¿Porqué decirle 24 horas después que ha regresado al poder?... Y, mientras fui creciendo la intensidad y morbosidad de las mentiras fue en aumento. Año tras año fui temiendo más la llegada de este día. Y, en definitiva, eso fue lo que provocó que cada 28 de diciembre yo encendiera una luz de alerta ante cada noticia, mensaje, palabra dicha o no dicha, expresión, notita secreta, llamada telefónica, etc. La imaginación de las personas evoluciona, y no importa cuantas bromas te hayan gastado en tu vida porque siempre volverás a caer. Hoy no creo, con todo el respeto de mi Señor, ni el padre nuestro.

Pero la etapa crítica es la comprendida entre los 8 y 20 años. Ese es el momento mas alarmante porque durante esos años no existe el temor, ni se tiene conocimiento de la teoría Causa-Efecto. Nada importa y por tanto, las bromas pueden llegar a causar estragos en tu vida. Atentan contra tu integridad psicológica, tus amistades, tus relaciones de pareja, tu sexualidad. Para hacerlo mas trágico y mortíferamente dañino, quien cae en la broma siempre buscará VENDETTA, y durante todo un año, planificará la manera de hacer pagar a su verdugo. ¡Cuánto agradezco a Dios haber pasado por esa humillante etapa y haber salido ilesa!

Hoy leí las noticias del periódico matutino, y sin embargo no las creí, porque, seguramente, eran mentiras. La luz no subió en España, por tanto seguirá costando lo mismo en el 2011, y tampoco hará mas frío. Las temperaturas subirán y un sol radiante nos arropará durante lo que queda de año.

No puedo dejar de pensar en un amigo, y compañero, que cumple años hoy. Imagino a su padre llamando a los familiares:

-¡Que estamos en el hospital! ¡Ha nacido el Bebé!

Y todos respondiendo: “Si, Si, ya…”

-¡Que sí! ¡Que ya nació!

-Si… si… claro…

Al pobre bebe nadie lo visitó hasta el día siguiente.


Una vez más, el bien triunfa sobre el mal. Herodes no logró asesinar a nuestro Señor Jesucristo. Y hoy, en vez de llorar – que seguramente era lo que buscaba – reímos a mandíbula batiente de la inocencia propia y ajena. –Más de la ajena que de la propia-. Te salió mal Herodes. Te salió muy mal.

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