domingo, 19 de diciembre de 2010

Este producto puede contener trazas de risa



El psiquiatra, al revisar la agenda del día, sabía a que hora llegaría su paciente. Así pues, se preparaba cada vez, para ejecutar el plan oculto. Debajo del sillón de “confesiones” donde la paciente relataba las más intrincadas situaciones que la habían llevado a dos intentos de suicidio, el psiquiatra colocaba, sesión tras sesión, un pequeño envase con cloro. Durante cuarenta sesiones de dos horas cada una, la paciente sin saberlo, tuvo a menos de treinta centímetros de distancia, a uno de sus peores enemigos. Los gases que emanaba el líquido contenido por el envase oculto, invadían sutilmente el aire que se respiraba en aquel consultorio psiquiátrico. Unos meses mas tarde, al finalizar la terapia, la paciente ya no era alérgica al cloro.

Los motivos que llevaron a la paciente a buscar su propia muerte en varias ocasiones, no guardaban relación alguna con el cloro o alguno de sus derivados. Sin embargo, el hecho de ver como su cuerpo ya no reaccionaba ante el olor del cloro, o el contacto físico de éste con su piel, le llevó a pensar que nada era inamovible, que todo podía cambiar, que así como sin siquiera saberlo, se había desensibilizado al cloro, podría suceder con cualquier otro agente externo o situación.

Esa tarde, acompañaba a una amiga de una amiga a su sesión, y el psiquiatra le contó esta historia, que posteriormente ella trasladó a su amiga, y ésta última a mí.

Al leer la información que recibimos en WikiDígalo, de una fuente fidedigna, sobre el porqué la frase “Este producto puede contener trazas de nueces, almendras, maní y/o trigo” aparecía en todos los envoltorios de chocolates y otras golosinas, no pude evitar recordar, aquella historia que me contó la amiga de una amiga.

La frase aparece porque las máquinas que fabrican el chocolate puro, o solo de leche, son también las que fabrican el chocolate con avellanas, con nueces, con maní, con frutas secas, entre otros. Por tanto, y en aras de evitar una demanda que les lleve a un concurso de acreedores, las empresas advierten esta posible existencia para quienes puedan ser alérgicos a algunos de estos ingredientes.


El método empleado por aquel psiquiatra, es conocido, si no me equivoco, como desensibilización sistemática. Que en todo caso, podrá confirmar mi hermana, que es psicóloga. Hasta entonces, continuaré llamándole Desensibilización Sistemática.

Este método, consiste, ni más ni menos, que en la aproximación sucesiva de la persona, a esa cosa, situación, objeto o conducta que le hace perder el control. Por ejemplo, si padeciera aracnofobia, ese psiquiatra me recibiría en su consultorio un par de veces; posteriormente colgaría en su pared la fotografía de una araña peluda; luego pondría como hilo musical el sonido de la selva amazónica; después pondría un terrario sobre su mesa; de pronto introduciría una araña dentro del terrario; y seguramente, después de cierto tiempo, yo jugaría con la araña peluda con mis manos como si de un conejillo se tratara.

Dudo realmente que, independientemente de cuan efectivo sea el trabajo de este psiquiatra, yo juegue a mano pelada con una araña, pero lo cierto es que, en cuanto a muchas otras situaciones, este método es maravilloso. Es decir, ese agente externo que nos puede producir taquicardias, pérdidas de la visión, estornudos, dificultad para respirar, enrojecimiento de la piel, inflamación de glotis, histeria, tos, desmayos, o todas las anteriores, puede ser presentado a nuestro cuerpo con cautela, con respeto:

-Cuerpo, te voy a presentar a Cucaracha
-Hola Cucaracha, un placer
-Hola Cuerpo, el placer es mío.


En pequeñas dosis, el cuerpo no nota la presencia de ese agente, y tras muchas de esas pequeñas dosis, termina aceptando con total normalidad a la cucaracha, al trigo, a la araña, a las nueces, a la gamba, a la nueva casa, a la pérdida de la pareja, a la pérdida del control, a lo desconocido, al reto, a la sonrisa, a la ilusión…

No hay cuerpo que se pueda resistir a este método. Pero hay que ser respetuosos con nuestros cuerpos. Muy comedidos. Amorosos. Con mucho cariño, como si se tratara de un bebé recién nacido. El cuerpo no puede enterarse de lo que estamos tramando.

Si nunca has consumido miel, no puedes desarrollar alergia a la miel. Si nunca has reído, no puedes desarrollar alergia a la risa. Es más probable que una persona nunca haya probado la miel a que nunca haya reído. Por tanto, es más factible que quien haya reído en algún momento, se haga alérgico a la risa.

-Cuerpo, esta es Risa
-Hola Cuerpo, un placer
-Hola Risa, el placer es mío


Para finalizar, y en aras de evitar posibles demandas, advertimos que “Este producto puede contener trazas de risa”

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