miércoles, 15 de diciembre de 2010

El numero ganador




De repente, pienso que esas ciencias que siempre nos han parecido terroríficas (matemáticas y todas ellas), tengan cierta aplicabilidad a la vida diaria. No quiero decir con ello, que ahora aprenderé a dividir mentalmente, porque es que aunque quisiera hacerlo, no podría. Ese lado “numerológico” de mi cerebro nunca ha sido usado. Por tanto está atrofiado.

Entre el broncoespanto –el espanto del bronquio- y una sopa de pollo recién hecha, comencé a leer la historia de una familia que según escuché, era muy famosa. Esta familia, entre cálculos matemáticos, físicos, el azar, la probabilidad y el caos, logró desafiar, hace algunos años, a los casinos, pues empleando sus teorías, encontraron la manera de preveer el o los números ganadores de las ruletas de la suerte. Tras algún tiempo, el rumor se corrió como la pólvora, y les prohibieron la entrada a los casinos de Madrid, y otras provincias de España, pero, para aquel momento, ya eran millonarios. Hoy en día, cuando ya conocen la verdad de la ruleta de la suerte, se dedican a jugar al póker.

La premisa en la que se basa la Familia Pelayo, consiste en que todas las ruletas tienen una imperfección y que con tan solo examinar los números ganadores durante miles de lanzamientos, se puede determinar cuáles son los que aparecen con más frecuencia. Es decir, puede que en el número 15, exista una pequeña imperfección –en el tamaño del casillero, un pequeño abombamiento…- que aumente exponencialmente la probabilidad de que éste sea el numero ganador.

Entonces, si examino a los ganadores una y otra vez, si me detengo a observar los movimientos que me llenan de alegría, a las personas que admiro, a los maestros que sigo, puede que, logre conseguir ese “valle”. Si ponemos toda nuestra atención, durante muchos lanzamientos, durante muchos intentos, terminaremos encontrando ese detalle que nos llevará a elegir el número ganador. Porque, si no existe una ruleta perfectamente aleatoria, quizás, tampoco exista un ser humano perfectamente aleatorio. Y esto es, matemática pura. Tan exacto como 56 divido entre 8, que da… ¿5?

“…Basándose en la premisa de que algunas ruletas concretas deben tener alguna imperfección física y que no existe la ruleta perfectamente aleatoria (abombamientos, tamaño de los casilleros de los números, flexibilidad de las placas separadoras, etc.) basta con examinar los números ganadores durante varios miles de lanzamientos buscando un sesgo hacia los que más frecuentemente aparecen. Si la ruleta tiene una pequeña deformación o abombamiento y, digamos, el 21 está en un “valle”, tal vez salga con más frecuencia de lo que cabría esperar y superados ciertos valores es favorable apostarlo (puede que ese sesgo supere la ventaja teórica del 2,7% del casino). Tras examinar al menos 5.000 “bolas” (lanzamientos) sobre una ruleta real, se analizan los números que han salido más de lo normal. Salir “más de lo normal” significa que ese número aparezca “más de 1/36 de las veces”, que sería lo habitual para obtener un premio [también podría hacerse con 1/37 ó 1/38, pero García pelayo prefiere el probabilidad vs premio].
Para saber si esa desviación es debida a un sesgo real del mecanismo de la ruleta o al puro azar, se comparan esos valores con dos límites. El primer límite es aquel que en una simulación realmente aleatoria por ordenador abarca al 95% de los casos (sólo un 5% de los casos se pasan del límite). El segundo límite es el que engloba al 99,95% de las simulaciones (sólo un 0,05% de los casos pasan ese límite). Si tras esas 5.000 tiradas comprobadas algún número supera el primer límite significa que casi con toda probabilidad habrá un sesgo real sobre ese número en esa ruleta debido a algún defecto (no hace falta saber cuál). Y se se supera el segundo, más estricto, el sesgo será según García-Pelayo “absolutamente seguro y cierto” mientras esa ruleta no se modifique o manipule. Por ejemplo: si tras 20.000 pruebas se espera el valor de +278 como límite al 99,95% y se observa que el 36 ha salido +633 veces de lo normal... es que algo extraño pasa. Conclusión: algo realmente extraño le pasa al 36, y hay que jugarlo porque es un número ganador. Si ese sesgo supera el 2,7 ó 5,4% de margen que tiene el casino, que es lo que sucede al pasar esos dos límites, la ruleta puede considerarse, en palabras de García-Pelayos, “una caja de ahorros” más que un juego de azar…”
Iván y Gonzalo García-Pelayo, en su libro La Fabulosa historia de los pelayos

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy bien gaby... muy bien